domingo, 18 de septiembre de 2011

Un trozo de mi alma.



¿Sabes que es lo que más me duele? No, mejor dicho, ¿Qué es lo que más me jode? Sí, porque me jode la vida estarme comiendo la cabeza por tu culpa, y es eso, el no saber de ti. Viniste a mí y me tiraste tu letanía, llenaste de espuma mi cabeza con estúpidas ideas de fantasía, creaste un mundo imaginario, me metiste en tus malditos sueños y suspiré de tu aliento.  Y ahora, te largas, me dejas, huyes, me sacas la vuelta y, solo estoy aquí, vegetando sin saber de ti, esperando por un momento, por 5 minutos, por solo un segundo. Y tú, ¿dónde estás ahora?, donde te has metido después de toda esta mierda. Después de que revolucionaste mi cabeza, después de que me hiciste volar tan alto, donde yo estaba dispuesta a darte un trozo de mi alma, a compartirte mis sueños, incluso a dejarlo todo por ti.


Y lo digo ahora, que siento que solo era un juego, un simple pasatiempo en donde por un arranque decidiste hacerlo, jugar un poco al mercenario,  cuando solo eras un cobarde y sucio que juega con los demás, que se alimenta de robar sueños e ilusiones, que se burla de las sonrisas y las reacciones, que crea mariposas para poderlas cazar, que suelta al pez en el agua para volver a lanzar el anzuelo y yo tan estúpida que caí, que caí en tu juego, que me ilusioné y mordí el anzuelo, que dejé que me cazaras sin si quiera dudarlo, que no me limité a abrirte mi corazón, a mostrarte un trozo de mi alma y dártela en charola de plata. 


Y solo me arrepiento de haberte abierto las puestas de mi alma, porque no te puedo sacar, porque no es solo una decisión que tomar, es algo mucho más allá de mi capacidad de raciocinio, porque un sentimiento no tiene dominio, ni se le puede imponer, y  solo me queda esperar en el tiempo, esperar a que mi alma te olvide, a que mis ojos dejen de saber la forma de tus labios, a que mis oído no recuerden si quiera el timbre de tu voz y mi corazón ni si quiera tiemble con ver tu nombre… Y espero que pronto llegue la calma, que sacie las ganas de verte, que olvide tu presencia incluso que te conocí, porque mi alma y mi corazón se empeñan en saber de ti.




Violeta O.

wibiya