jueves, 21 de febrero de 2013

Primer encuentro One Shoot basado en Muñeco.

Hola, buscando entre mis escritos mi primer fanfic, encontré este shoot que escribí para el concurso de 'Muñeco' en THS. Había escrito varios, y creo que este fue el que más me gustó.

Basado en la primer temporada de muñeco: Donde recién se conocen Bill y Tom.


Espero que les agrade si lo lee alguien que ya conoce el Fic  de  'Muñeco' de Sarae.

Bueno, lo he traspasado así tal cual como borrador. Espero sea de su agrado.



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Primer encuentro 
-Shoot para el concurso de Muñeco. Basado en la temporada uno capítulo uno.







Es curioso, cuando cambias tu vida y te mudas a otro lugar haces un esquema dentro de tu mente de los posibles acontecimientos antes los que te puedas encontrar, sobre todo cuando llevas un camino destinado y tienes una minúscula  idea de las personas que te vas a encontrar.  La vida me había enseñado a comportarme casi como un animal, con un instinto salvaje que no se acercaba a la civilizada sociedad hipócrita de las ciudades pijas,  a estudiar mis movimientos tal cual fuera un animal, una fiera salvaje. A caminar cadencioso, sigiloso siempre atento ante cualquier posible depredador o víctima, con movimientos aprendidos ya por instinto de supervivencia.

Pero… las cosas podían tomar caminos diferentes al existir una variante, la cual por naturaleza nunca preveía, ya que las matemáticas en la naturaleza se aplican de distinta forma.

De camino a Hamburgo pensé y maquilé como torturar a ese hermano gemelo que tanto odio le guardaba, él que me había arrebatado todo, mi suerte, mi madre y una posible mejor vida, para quedar como un animal abandonado a su suerte, viviendo a expensas  de a saber a que, por que si existía un Dios no hubiese permitido que viviera todas aquellas desgraciadas  experiencias que marcaron mi vida tan amargamente. 




Por mi cabeza se formuló una posible imagen, la imagen de un chaval pijo, ególatra y bastante varonil, ya que si era gemelo mío no podía esperar algo diferente. Por el contrario, para mi sorpresa había encontrado todo de una manera distinta. Tal vez fuera una jugada del destino, ¡pero qué va! ¡Qué destino! Esas mierdas no existen.


Mi hermano por el contrario no era nada parecido a lo que yo pensaba. Era un chaval bastante inocente, sencillo, ingenuo y por qué no… estúpido. Con una cara de santurrón,  que aunque su imagen inmaculada diera  la impresión de ser virginal, verdaderamente era un perdido cachondo y eso ya lo tenía comprobado.

Lejos de aquella apariencia varonil, el jodido tenía una carita cándida y era  bastante fácil de conseguir.  Un par de palabras me habían bastado para saber que era mi hermano, y él tan ingenuo ni si quiera pasó por su mente la posibilidad de quien podría ser yo, ni por que casi se lo dijera, era para que lo dedujera o tratara de indagar más de mí, pero no lo hizo, por el contrario, se dejó arrasar por mí, por un completo desconocido entregándome su cuerpo,  dejándose hacer por mí y mis caprichos. Tan fácil de manejar como un títere y… por sus tímidos movimientos y la forma en que se cohibía sería su primera vez.

Era una extraña artimaña de la vida, ¿Cuántas veces le había reprochado no darme una oportunidad? Pues aquí la tenía, todo parecía ser como un doble juego. Si pretendía torturarlo ahora me sería mucho más fácil. Tendría para humillarlo el tiempo que quisiera, hasta el último de sus días,  y su digna imagen o lo que siempre había escuchado de él,  quedaría aniquilada con solo formular unas cuantas frases respecto a lo que había sucedido hacía tan solo unas cuantas horas. Su comportamiento calenturiento me beneficiaría lo suficiente como para tenerlo a mi merced y también podría divertirme con él,  ya que había disfrutado tanto el tener sexo, como hacía tanto tiempo no me sucedía.

Quizá la idea de venir a Hamburgo no sería tan mala después de todo, si mi hermanito se comportaría tan complaciente conmigo, tendría diversión para rato.


El  muy gilipollas casi se había quedado esperando un beso de despedida cuando se bajó del auto. Le vi tomar cuando arrancara el motor, el número que deposité en el bolsillo de su chaqueta y  apretarlo con fuerza entre sus manos. Seguramente estaría buscando un pretexto para poder llamarme. La sorpresa que le tenía preparada, es que no necesitaría hacer ninguna llamada, aparecería y le extirparía esa felicidad.

Después de que lo hube dejado en su casa, conduje hasta algún punto de la ciudad que desconocí. Aparqué el auto fuera de una cafetería para que fuese más fácil el dar la localización en la que me encontraba cuando Simone llamara.
No tenía sueño, aun no podía pegar los ojos, y la cara del muñeco se aparecía bajo mis parpados cada vez que estos se cerraban. 

Muñeco. Un nombre perfecto para él. No había mote que le quedara mejor.
Su cara blanquita  y casi perfecta como de porcelana con sus cabellos lacios formando un espesa cortina negra, me daba la sensación de estar hablando con un muñeco. Un perfecto muñeco que tuve que probar para poder saciar la curiosidad. La puta curiosidad. Y tuvo que ser él. El hermano con el que tenía que encontrarme… que aunque de momento pensé hacerle una mala pasada, con forme hablaba con él y miraba sus expresiones me cautivó. Eran tan finos sus movimientos, sus gestos al hablar y también bastante gracioso.

Ya estaba deseando ve su cara de sorpresa cuando llegara a su casa y me presentara como su hermano. Seguramente se quedaría en blanco de la impresión, pero había algo  que deseara  más antes que verlo sorprendido, y eso era tirármelo de nuevo. El culo del muñeco me había puesto a mil. Estaba igual de bueno que  una tía, o hasta más y me había hecho sentir muchísimo.

Recargado en el asiento del conductor con los brazos cruzados sobre el pecho  me mantenía despierto. El sol ya estaba brillando con tanto esplendor que me sería imposible el dormir.

El móvil comenzó a sonar  e introduje mi mano dentro del bolsillo  derecho sacándolo y respondiendo la llamada sin si quiera ver a quien pertenecía. Por obvias razones ya  conocía de quien se trataba.
-¡¿Hijo?!   ¡¿Tom?!-  Su voz animosa me asqueó ¿Cómo se atrevía a llamarme hijo? ¡Qué hipócrita!  Nada más porque deseaba ver al muñeco sorprendido decidí unirme al juego.
-¡Buenos días!- respondí seco, con la voz ronca, aparentando importarme el querer responder.
-¿A qué horas estarás por llegar?-
-Ya he llegado-
-¡¿Ya?! – su voz anunció sorpresa  y felicidad. –¡Dime en donde estás! ¡voy a por ti!-


Salí fuera del auto en lo que Simone llegaba. Cerré la puerta y recargué mi espalda en esta, cruzando una pierna para descansarla dejando todo el peso cargado con la que aún me mantenía en pie. Seguramente estaría por llegar de un minuto a otro,  cuando le indiqué la dirección dijo no estar muy lejos.

Tomé un cigarrillo llevándomelo a los labios para matar el tiempo. Este sería un momento para disfrutar. Tomé el mechero y dando una calada profunda suspiré… Que diferente parecía ser todo por aquí comparado con Stuttgart. Tan solo tenía pocas horas y ya hasta incluso me atrevía a decir que el aire olía diferente. La gente que caminaba por las calles a tempranas horas de la mañana parecía muy alentada. Vistiendo buenas ropas, oliendo bien. Todos muy coloridos con la piel notoriamente sana debido a una buena alimentación. Hasta parecía que fuera otro planeta.

En Stuttgart  todo es tan opaco, tan falto de vida, lleno de enfermedad, mal oliente, la gente vestida con harapos. Que injusta era la vida en ocasiones. ¿Qué tenía ellos para merecer ese tipo de vida que  la gente de Stuttgart no tuviese? ¿Qué hacía la diferencia?

Mi mente se había perdido en un divague comparativo al ver la diferencia  de las ciudades y sus gentes, de sus actitudes y sus portes  cuando una voz me llamó.

-¡¿Tom?!- una voz femenina,  dudosa y con anhelo.

Giré lentamente mi rostro para encontrarme con quien me llamaba. Sonreí a modo de respuesta al tiempo que tiraba lo que restaba de mi cigarrillo el cual aplasté con la punta de mis zapatillas.

Cuatro pasos y ya estaba prácticamente en frente a una distancia propia respetando el espacio.
Sus ojos  brillaban  tan destellantemente y una sonrisa llena de júbilo le adornaba la cara. ¿Le daba en realidad gusto verme?

-¡No lo puedo creer!- me miraba de pies a cabeza como inspeccionando, notoriamente asombrada. El que ella no se hubiese hecho cargo de mi no significaba que no crecería.  -¡Estás grandísimo! ¡Hecho todo un hombre!-

Sonreí de lado llevándome las manos a los bolsillos y encogiéndome de hombros al tiempo  que alzaba la ceja y esbozando una mediana sonrisa simulando timidez.

-¡Hola!- fue lo único que tuve para decirle.  No sabía cómo dirigirme a ella… ¿por su nombre? ¿Llamarle…  “Mamá”?-

Tenía un nudo atorado en la garganta.  Tantas veces que pensé en cómo sería el momento en el que la tuviera en frente después de tantos años de no  verla. ¿Cómo sería su reacción al tenerme cara a cara? ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué me había elegido a mí para olvidarme en esa puta cloaca?  

Sus ojos se aguaron y en un movimiento arrebatado se acercó a mí rodeándome con sus brazos y apretó  con todas las fuerzas  que sus brazos le dieron tomándome por sorpresa.

-¡Hijo!- llamó con nostalgia. Yo solo me quedé de pie con los brazos a los costados sin mover ni un solo músculo del cuerpo. Me sentí tan incómodo que deseé botarla. Ya bastante desagradable sería el aparentar vivir a la familia feliz debido a la grandiosa idea de mi padre, como para que quisiera venir con melosidades. Mi rechazo era la conducta más normal que cualquier persona podía tener después de no ver a su madre durante  tantos años.

Sin verme muy obvio tensé los músculos de los brazos y ella al percibirlo me fue soltando lentamente.

Llevó una de sus manos a mi rostro  haciendo la forma de mi quijada.

-¡Me da mucho gusto que decidieras venir! -¿Qué decidiera yo venir?     -¡Vamos! ¡Te llevaré a casa!- señaló su auto. ¿A casa? El estómago se me revolvió. Yo no tenía casa o al menos la suya no era la mía.

-Yo vengo en auto- ladeé mi cabeza señalándolo.

-¿Es tuyo?- ensanché la sonrisa con orgullo.

-Claro- bajé la mirada sin poder contener cuanto me engrandecía cada vez que alguien se quedaba con la boca abierta al verlo  - Si quieres yo te sigo.- propuse y ella sonrió afirmando con satisfacción.

Subí a mi auto y prendí el motor siguiendo su camino.




Al llegar, no quedó la más mínima duda en si sería él mi hermano. Simone aparcó su auto en la acera de su casa, yo hice lo mismo aparcando detrás de su auto.

Me bajé y ella estaba esperando  a una buena distancia antes de la puerta. Al bajarme ella me sonrió con  una autentica sonrisa de dicha  que provocó que entrara en confianza. Si comenzaría el juego habría que llevar a cabo todos los estatutos.

Me tendió la mano y al estar a unos centímetros de ella, la postró sobre mi hombro.

-Bill está muy emocionado con tu regreso. Ahora mismo no sabe que he ido a por ti, así que lo sorprenderemos- Asentí  -. Después de que se reencontréis saldremos a comer todos juntos. Ya verás que bien se llevaran.-

En sus ojos había esperanza de que las cosas así fueran. Lo que ella no sabía,  es que efectivamente nos llevábamos muy bien de antemano, demasiado. Con su dedo índice sobre sus labios me indicó guardar silencio.

Ella se adelantó y la sonrisa delatora en mis labios evidenciaba lo magnificente que me sentí en ese momento.
[I] ¿con que muy emocionado Muñeco?  Ahora si te vas a sorprender… ¿Con que querías conocer a tu hermano? ¿Qué lo esperabas? Pues venga, vas a conocerme [/I]

Sacó las llaves de su bolso y giró la perilla de la puerta después de introducirla por la cerradura, yo aguardé algunos pasos atrás de esta para sorprender al muñeco.

-¡¿Bill?! ¡¿Cariño?! ¡¿Dónde estás?!- habló fuerte.

-¡Mamá!- su voz. La tenía grabada en mi mente, que más que su voz eran sus bajos gemidos que aun rondaban dentro de mí cabeza.

-¡Te tengo una sorpresa!-

- ¡¿Sorpresa?!- su voz se tensó en cuanto hubo mencionado la palabra “sorpresa”.

Simone sacó la mano e hizo un movimiento con está  pidiendo que me acercara,  un escalofrío gustoso me recorrió el cuerpo. Había llegado la hora. Con pasos firmes caminé hasta el quicio de la puerta sonriendo lleno de regocijo. Había llegado la hora de que el muñeco conociera la cara de su hermano. Que me reconociera.


[B]By Bill.[/B]

Cuando mi madre dijera “sorpresa”. Un escalofrió de nervios me recorrió el cuerpo yendo desde mis talones hasta mi espina dorsal. El cuerpo se me hablando puesto que ya sabía de qué se trataba su sorpresa.

Le vi sacar la mano por la puerta. Ya había traído a mi hermano el homicida a casa… [I]¡Dios! Ampárame, ampárame¡ [/I]

Tomé los vasos de la mesita de centro de la sala que estaban desde un día anterior y corrí con ellos en mano apresurado a la cocina. El tiempo que alargara para no verlo ya era ganancia. Moría de nervios… ¿Cómo sería? La respuesta la tenía  menos de tres metros.

Estuché como sus pasos se introducían melódicos, con un vaivén lento y el sonido al rozar la tela de las piernas de sus pantalones que se me hizo conocido pero no deduje de donde podría provenir.

-¡Bill!  ¡Hijo! ¡Que tu hermano quiere verte!-  ¡Pero venga!… [I] seguramente me querrá descuartizar, pero de querer verme nada. [/I]. Dejé los vasos en la encimera  y suspiré profundo ante mi aterrador encuentro. Sacudí un poco mi cuerpo intentando despojarme en un vano intento de los nervios.


Caminé y al llegar a la sala, fijé mis ojos en los de mi madre quien alumbraba una sonrisa y tras de ella… ¡dios! ¡No podía ser! Sus ojos… era… era…  -¡¿TÚ?!- me fue imposible el no reconocer… era… era él. Mi polvo de la noche. El tío con el que me había liado.

-Sí mi amor,  es él…  ¡Tu hermano!- Su voz dulzona llamándolo mi hermano me desbalanceó, en ese mismo momento el estómago se me revolvió y sentí como acto reflejo la necesidad de devolver la bilis que seguro me rondaba por el estómago porque no había desayunado nada aun, las rodillas se debilitaron al punto que pensé que me caería. Sonrió con esa sonrisa perversa y seductora…
-¡Hola Bill!- hizo amago de quererme abrazar a modo de saludo. Extendió sus brazos pero no podía corresponderle, no después de lo de anoche, no sabiendo lo que había sucedido… y él ¿lo sabía? ¿Cómo me acercaba? Deseé que se abriera el mismísimo suelo y me tragara en ese instante… esto era una pesadilla viviente.

-¡Hijo! ¡Que tu hermano te está saludando!- refirió mamá.

Yo me quedé con los ojos en blanco. Su sonrisa de lado y el brillo malévolo en sus ojos me llenó de un terrible miedo, un profundo terror que si ya de antemano estaba sembrado con esto solo implicaba acrecentarlo,  sentir que ya mi tumba estaba cavada.

-¿No me saludarás?- y con el cuerpo temblequeando me acerqué a él tratando de mantener una distancia que él impidió. Sus brazos me rodearon con mucha fuerza.

Mamá me quedaba cara en frente y él le  daba la espalda. Por un momento deseé alejarme de su cuerpo y votarlo contra la pared pero no podía hacerlo, eso llenaría de dudas a mi madre y comenzaría con el indagatorio del porqué de mi cambio de conducta. Cuando ya me estaba soltando, sentí como su mano áspera y ruda apretó mi trasero, a expensas de que sus manos no eran vistas por “nuestra” madre él se aprovechaba.





Estábamos en un Restaurante, de los que a mamá más le gustaba ir, en donde servían de los mejores filetes. Y ahí estábamos los tres, en el momento más incómodo de mi vida. Nunca pensé que esto podría ponerse peor de lo que había imaginado. Si ya la idea de la llegada de mi “hermano” me frustraba, ahora sabiendo quien era y que me tenía agarrado por los cojones era peor.

-Bill, que serio has estado, si a ti no te para la boca ¿Por qué no has hablado? Tu hermano va a pensar que no te ha gustado que viniera-  Mis ojos rodaron hasta los de Tom quien no me quitaba la vista de encima muy altivo y regresaron de nuevo a ella.

-No es eso, es que no me siento muy bien- me justifiqué, pero ni quien me la creyera. Si pensaba ser actor con esto lo tendría que descartar  porque mi actuación era imposible de creer.

-Puede ser la falta de confianza- emitió  él. Me daba escalofríos solo recordar que era él, que era Tom, mi hermano. -¿Hace cuánto no nos veíamos?- su tono burlón buscaba hacerme sentir mal, intimidarme, humillarme.

Alzó la ceja mirando retador

-Creo que - fingió-…  muchos años ¿Vedad hermano?- por debajo de la mesa su mano me tenía agarrado  del muslo y yo ni podía respingar, solo sentía como sus dedos se hundían en mi piel casi atravesando la tela del pantalón con saña. Y es que a mama se le había ocurrido que nos sentáramos juntos para ir creando esa atmosfera familiar en la que estaba empeñada en comenzar desde ese día.

-Creo que lo mejor será que comencéis a convivir más, pronto os veré como todos los hermanos, peleando por sencilleces  y jugueteando-

-Cof cof-  el agua se  me fue por la nariz.  ¿Jugueteando? ¿Qué mi madre piensa que tenemos 8 años? Aun así,  juguetear no… me sonaba ha juegos pero de otro tipo. Lo último que deseaba era tenerlo cerca de mí, ya había estado lo suficientemente cerca, incluso más de lo debido.

-¿Estás bien?-

-¿Quieres agua?- su mano había cambiado de dirección, de mi muslo se trasladó a mi espalda en donde dio dos golpes intentando mitigar la tos. ¿Ahora fingía preocupación?


Rechacé el vaso de agua que me ofrecía Tom, el mismo con el que me había ahogado. Respiré profundo.

-Ya estoy bien, gracias.

-Ten más cuidado al beber agua.

-Lo tendré.-  La tensión del ambiente se podía tocar con la palma de la mano. Nadie sabía que decir, como iniciar un tema… ¡es que no teníamos nada en común! ¡Coño! O mejor dicho ¡habíamos tenido más en común de lo debido ¡HA!

-Sé que aún no  están en completa confianza, pero si cada uno pone de su lado, pronto os llevaréis de maravilla.- tragué saliva casi como si fuese una piedra.
-No te preocupes, yo pondré todo de mi  parte para que nos llevemos bien.- sonrió y vi aterradoramente como su brazo se aproximaba a mi  alzándolo y rodeándome por los hombros. -¡verdad hermano!- yo sonreí comprometido a más no poder, mientras con su mano me apretaba con mucha fuerza el hombro opuesto al que él se encontraba y mamá sonreía con la ilusión de ver a sus dos hijos llevarse bien.  ¡¿Cómo salía de esto?!  ¡¿Quién me podía rescatar?!

El móvil de mi madre comenzó a sonar. Lo sacó y miró la pantalla.


-Disculpen chicos, debo atender esta llamada- ¡NO! ¡NO! ¡¿Pensaba dejarme solo con él?!  ¡NOOO! Ya era tarde, mi madre se  había levantado y se alejaba tan rápido y  ni tardo ni perezoso Tom se acercó.

-¡Muñeco! Parece que me tienes miedo.- temblé.

-Yo…yo- las palabra se me ahogaban. –No.

-Tranquilo muñeco, si no te voy a hacer nada…  - bajó  la vista  - Nada que no te haya hecho antes.- sonrió sarcástico.

-Pero tío  ¿Estás mal de la cabeza? ¿Quién te piensas que eres?...- me aproveché de estar en un lugar público. No podía hacer nada  ante tantas miradas  -¡Tú lo sabías! ¿Verdad? No lo niegues!- Se acercaba peligrosamente… ¡Se acercaba coño! ¡Como si fuera un animal! ¿Cómo lo quitaba de tan cerca?  - ¡Que somos hermanos! ¡Hermanos!- le chillé.

¡Bendito Dios!  En ese momento en el que comenzaba acecharme, llegó la mesera con los platos de comida. Un suculento  trozo de carne servido encima de mi plato adornado con verduras alrededor.

-Gracias- emitió Tom con coquetería.  La chica sonrió después de haber postrado los platos sobre la mesa y se retiró.

Tenía miedo, miedo de estar a solas con él, miedo de lo que pudiera hacer, pero más miedo de mí.

De pronto sus dedos se deslizaron por encima del antebrazo rozando  prácticamente sin tocar,  tan solo sentí como los vellos de los brazos tocaban las yemas de sus dedos y una corriente eléctrica atravesó todo mi ser… Me estaba deshaciendo por él, aun sabiendo quien era.

-¿Qué haces?- pregunté alarmado. Más por las sensaciones que causó su tacto.

-Te toco.

-No me toques.

-No parecías querer lo mismo anoche.

-¡¿Anoche?!- chillé-

-Sí, anoche.

-Anoche no sabía quién eras, pero hoy sí, y eres mi hermano.

-¿Vez este plato de carne?

-Sí,  ¿Qué tiene que ver?

-Todo, Muñeco… Todo - ¿Todo?  ¿A qué se refería?

-No entiendo.

-Ya lo estoy viendo- se irguió  y me miró seriamente  -. Vez este pedazo de carne ¿Se te antoja?

-Pues…- ¿Esta era una pregunta capciosa? –Si- emití con duda.

-¡Pero te importa una mierda de que animal lo han sacado!  ¿Verdad?  ¡Tú simplemente te lo tragas y no averiguas  más allá! – era verdad -. Te gusta, se te antoja y punto. Así de fácil, Muñeco. Tú te me antojas como este pedazo de carne. Tú eres carne,  igual.


Estaba con los ojos abiertos escuchando y no creyendo. ¿Lo decía en serio?  ¿Me le antojaba…  aun? No podía negar de que el hecho de tenerlo sentado a un lado de mí  provocara una serie de sensaciones desconocidas, que inducían  pequeños espasmos nerviosos recorriéndome el cuerpo y que por desgracias me gustaban,  porque sentía que no era mi hermano... ¿Por qué? Por qué tan solo el día de ayer era un ser que no tenía nada que ver conmigo, y hoy resultaba ser mi hermano. Mi gemelo.

-Pues a partir de hoy, me hare vegetariano.

-Después de probar la carne, Muñeco, dudo que la puedas dejar.-  sonrió egocéntrico. Tratando de no ser visto se acercó y sopló por  un lado de mi mejilla haciendo que el vello se me erizara y estremeciéndome completamente como solo él lo había hecho, el día de ayer.

-Solo una cosa te voy a decir…- miré atento-  Tú serás el que me busque primero, tú serás quien me ruegue a mí por tocarte, porque te vuelva a besar.- mi corazón parecía que se iba a desbocar. Latía tan fuerte  que retumbaba en todo mi cuerpo. ¿Tan seguro de sí estaba? ¿Tan débil me consideraba? ¿Tan urgido parecía estar?
-que te den por culo. Tendrás que quedarte esperando tío, porque yo no pienso acercarme a ti de nuevo- Simplemente sonrió.

                                                 


Habíamos regresado a casa porque mamá tenía que salir a no sé qué cosas de su trabajo.
En cuanto hube puesto un pie dentro de casa salí corriendo a mi cuarto. Ya tenía al menos  3 horas encerrado con la puerta bajo llave, pero tenía una sed increíble y necesitaba salir a por un  vaso de agua.
 El televisor se escuchaba prendido desde la sala. Seguramente él estaba ahí, esperando a que tarde o temprano saliera.
Con cuidado de no hacer mucho ruido, caminé de puntillas hasta la cocina, tratando de pasar desapercibido ante sus ojos y sus oídos,  pero no logré conseguirlo. Cuando cogía un vaso Tom se apareció de tras mío.

-¡Hola muñeco!-  Su voz seductora me paralizó.  Giré con el corazón latiendo a todo lo que daba  - Pensé que estaba bajo llave esperando a ser rescatado por tu principie azul- sus brazos  me encajonaron impidiendo que pudiera moverme recargados sobre la encimera y yo prisionero entre ellos.

Lo empujé dejando mi  mano sobre su pecho, tratando de alejarlo. Estaba duro y a mi mente se vinieron las imágenes de la noche anterior… Su cuerpo era majestuoso, sus pectorales desnudos,  firmes  y contorneados, perfectos. De solo pensarlo un calor ineludible me entró.

-¡¿Quieres dejarme en paz?!-  refunfuñé. Mordiéndome la lengua  ya que estaba deseando que no se quitara a la vez… tenía que razonar, por no haberlo hecho antes estaba pagando las  consecuencias.  Mi rostro giraba de un lado a otro buscando sacarle la vuelta al suyo, pero él parecía no querer dejar el juego y buscaba estar de cara al mío.

-¡¡Quítate!!- le empujé fuerte. Mi cuerpo temblaba. Pero el parecía hacer oídos sordos a lo que decía. Su sonrisa irónica me estaba poniendo malo.

Me tomó fuerte por la cintura con su brazo derecho y me pegó a su cuerpo  en un brusco movimiento  haciendo que por la presión saliera un quejido de mi boca casi como suplica. Mis dos manos se situaron en su pecho poniendo resistencia.

-¡Estás enfermo! Esto está mal… eres un loco, un demente un…- su rostro comenzó a acercarse tanto al mío que podía sentir su aliento  chocando  casi  contra mis labios.

-¿Un que,  muñeco?- las palabras se me habían ido. Ahora lo único que estaba desenado era que lo hiciera, que se acercara más…
Hizo el amago  de hacerlo y yo estúpidamente cerré mis ojos esperando sentir su contacto.

-jajaja- una estruendosa carcajada salió de sus labios para humillarme más si se podía. –Te lo dije. Te dije que tú estarías esperando a por mí- y me soltó.

-¡Eres un imbécil!- me odié con todas mis fuerzas en ese momento de debilidad que pensé no llegaría. En verdad me  había gustado, o mejor dicho me gustaba, aun sabiendo quien era él.

Con mi  dignidad por los suelos me alejé de Tom pasando por un lado suyo y empujándolo al pasar, tratando de evadir su presencia. Pero antes de que pudiera dar un paso más,  me tomó de la muñeca y de un arrebatado jalón hizo que mi cuerpo chocara contra su pecho,  en donde mis manos inmediatamente se  postraron por sus hombros  y enroscando sus brazos por alrededor de mi cuerpo.  Todo pasó tan rápido y me besó tan fervientemente que mi razonamiento no tuvo  voluntad de hacer acto de presencia. Me dejé llevar escuchando como los sonidos  húmedos emergían de nuestros labios y el calor inminente  me invadía segundo a segundo. Me besó despacio, chupando mis labios lentamente, como saboreándolos, como yo lo estaba haciendo con él.  Con los ojos cerrados me separé de él abriéndolos lentamente. Aun pendía un hilo de saliva al separarnos y sin intención, mi cuerpo suspiró en un alivio enfermizo, enfermizo por desear algo que no podía ser. Por desear sentirlo de nuevo, a sabiendas que era… mi hermano.

-Muñeco, no evites lo inevitable- murmuró ensanchando su sonrisa.

Me separé de él y eché a correr a mi habitación. Pero en la distancia escuché como claramente murmuraba “Estás en mis manos muñeco”.

 No podría evitarlo mucho tiempo. Como había dicho él, esto era inevitable. Esta maldita atracción era mucho más fuerte que yo y probablemente quizá  que él.

Ahora  me había convertido en su muñeco. En un muñeco que tan solo esperaba ser rozado pro sus manos, por sus labios para jugar de nuevo.




wibiya