jueves, 21 de febrero de 2013

That should be me - Capítulo Dos




Hola, cómo están? Espero bien. Hoy subo el capítulo dos(2) de este nuevo fic: That should be me...  Me tiene bastante ilusionada estar publicando nuevamente. Así que espero estar continuamente subiendo. 

Espero lo disfruten.


Para leerlo dar click en:



Dos



Tom corrió hasta que llegó. Aún estaba ahí y seguía llorando en la misma posición que la que le vio la última vez.

— ¡Hey!  ¿No piensas ir a casa? —soltó de pronto espantando de nuevo a la persona que aún seguía llorando.

— ¿Has vuelto? —alzó su vista con pleno asombro, con la cara completamente hinchada, dejando ver que tenía mucho tiempo llorando. Con los ojos rojos y la boca del mismo color.

—Sí, bueno, parece que a final de cuentas se me apeteció mojarme.

— ¿Pero si ya te habías ido?

—Es que… —Tom se rascó la nuca, no sabía ni que responderle y su cara no dejaba que él olvidase que el chico aún estaba mal—  volteé a ver la hora y no es tan tarde.  Tengo  un poco de tiempo. —no supo que más decir, y lo primero que cruzó por su mente emitió su boca. Había sido un comentario de lo más estúpido, pero  al menos, no se había quedado callado.  Además que no iba a decirle que sintió pena y que era tan buen samaritano que se había bajado solo para ver si podía ayudarle a sentirse mejor, aunque de cualquier manera él no se sentía un buen samaritano.

—Te puedes enfermar, estás completamente empapado. —Apenas balbuceó.

—No es para tanto, ya vez que dicen que así se agarran defensas con la lluvia y pues… — se encogió de hombros restando importancia, mientras se acercó un poco más —me gusta estar sano. —De sus rastas escurrían gotas al igual que de sus ropas, solo su mochila había salido bien librada.

Ahora viéndolo, Tom se daba cuenta que era un chico, de complexión delgada y que usaba maquillaje, aunque este ya estuviera completamente disperso por todo su rostro. Ya había dejado de llorar, al parecer había logrado distraerlo.

—Vaya, eres raro.  —El chico se giró y se volvió  a recargar sobre la pared, desolado.

Las monedas estaban intactas en el mismo sitio que Tom las había dejado, de soslayo miró que ni si quiera se había molestado en tocarlas.

—Y bien… — articuló Tom nervioso,  mientras el chico le miró extrañado. No era nada  fácil entablar conversación con un completo desconocido y menos cuando este  había estado  llorando sin parar y con rastros aun— ¿Qué es lo que te hicieron? —se atrevió a decir con titubeo.

Y de nuevo el chico se tiró a llorar, cogió su mochila entre los brazos y la apretó con fuerza, subiendo de vuelta las piernas dobladas sobre la banca y abrazándolas mientras hundía su cabeza.

Una vez más,  se había puesto mal en cuestión de nada.

Tom rodó los ojos con vacilación, no estaba ahí solo para verle llorar y aunque le era cansino todo, no se iba a marchar, se había bajado de autobús, ahora le tocaba aguantarse.

—Vamos, deja de llorar, ya estabas mejorando.

—No quiero cansarte, tal vez sea una estupidez para ti. —dijo entre sollozos.

—Aunque sea una estupidez  te hará bien el soltarlo, soy un desconocido, no hay problema. Puedes decirme lo que sea.

El chico  elevó su cabeza y miró a Tom.

— ¿En serio?

—Sí, vamos, dale. —le animó. Tom ni si quiera se dio  cuenta cuando le puso una mano sobre la espalda a modo de consuelo y al descubrirlo deseó  quitarla, pero se vería mal y el chico tal vez se sentiría peor de lo que ya  se encontraba.

—Es que lo volvió a hacer, me volvió a traicionar.

—Vaya, pues al menos no eres el único. Las tías son asquerosas e infieles…  Malditas. — dijo entre dientes aventando las manos al aire, completamente enfadado, mirando a la calle. Se identificó tanto al escuchar la palabra ‘traicionar’. Él así se sentía, traicionado por Janet, aunque nunca habían sido novios realmente.

—Pero no me refiero a una chica.

—A ¿no?

—No, hablo de mi novio.

—¡Oh!— dijo Tom moviendo la cabeza como si de una afirmación se tratase, mientras su vista de desviaba al suelo. Eso era incómodo. No supo más que decir, puesto que era algo no muy fácil de lidiar para él, y se quedó callado.

—Si ya no quieres  que te siga contando, está bien, lo comprendo.

Tom se dio cuenta de cómo había sido el tono de voz que empleó, tal vez le había evidenciado demasiado de que no le estaba interesando mucho después de todo.

—No está bien, es que… No sé qué decirte. Yo… la verdad nunca he tenido novio. — sonrió medianamente…  Apenado y divertido.

—Me imagino. — respondió rodando los ojos y haciendo un escáner sobre él. Estaba comenzando a respirar más tranquilo y sus ojos ya habían dejado de brotar lágrimas nuevamente.

El chico al mirarle se dio cuenta que su empapado acompañante era  hetero, seguro no le entendería, pero era mejor estar en su compañía que completamente solo.

—¿Entonces estás así por eso, por un tío?

—¿Hay algo peor que  te rompan el corazón? — preguntó el este a modo dramático, arqueando las cejas,  como si se le hiciese imposible de pensar que había alguna otra cosa más dolorosa. Era tanto lo que le había dolido la escena al ver como su novio lo humillaba traicionándolo públicamente, que solo había salido corriendo, llorando con  tantas ganas, terminando en el primer sitio al que había llegado.

— ¿Qué…  te rompan una pierna? — respondió Tom  titubeante a  modo de pregunta  con cierta inseguridad.  Solo esperaba que ese chico no se levantase y le diera una tremenda hostia por dársela de gracioso. Pero era una forma de hacer que escapara de ese estado.

El chico le miró con los ojos como platos y de pronto se puso tan serio.  Tom se sintió más estúpido si se podía. Él definitivamente no era bueno ayudando a la gente y menos con mal de amores. Ni  si quiera tenía una vida amorosa como para aconsejar, menos una estable, ni si quiera con chicas, a las que según él   medianamente comprendía, así que  le era mucho más difícil poder entender una relación entre dos hombres, simplemente le era… demasiado confuso y en parte algo desagradable.

—Jajaja. —Estalló una carcajada por parte del que lloraba—  No lo había visto de ese modo.

Tom se sintió aliviado y rió a la par, pero la risa le duró apenas unos segundos, cuando el chico dejó de sonreír.
Comenzó a limpiarse con el anverso de la mano los surcos negros, manchando así más su cara. Su gracioso comentario había  servido de algo.

—Si mira, un corazón roto se te recupera, conoces a otra persona y asunto arreglado y si no, pues el tiempo siempre ayuda y una pierna no, no importa cuanta gente conozcas, no se te podrá arreglar, a menos que sea un cirujano demasió poderoso y que tengas una buena pasta para pagar, aunque ni si quiera eso podría salvarte del todo.

El chico volvió a sonreír.
Tom se sentía estúpido diciendo aquello, pero al menos le había sacado de su mundo depresivo, y se sintió orgulloso por ello.

—Tal vez tengas razón — respondió llevándose la mano a la pierna y palmeando un poco esta — esta sí que no se me salvaría si fuera un corazón. — apenas dijo, mientras la miraba.

—Ves, es lo que te digo.

—Gracias, eres divertido. — alzó su vista y sonrió.

— ¿Divertido? De que vas tío, soy patéticamente aburrido. — Tom alzó los brazos, haciendo un ademan como tirándole a loco.

Y volvió a reír.

—Gracias por volver.

—Ni que lo digas. Si no he vuelto precisamente por ti, ya te dije, se me antojó mojarme bajo la lluvia, pero luego comenzó a granizar y tuve que meterme aquí justo cuando pasaba.

El chico bajó su rostro y volvió a tallar sus ojos.
Finalmente no lloraba.

Tom abrió su mochila y sacó una pequeña bolsita de allí.

—Ten. — dijo extendiéndosela. Era una pequeña bolsa con pañuelos desechables.

—Gracias. — la tomó y sacó uno de los pañuelos, comenzando a limpiar su rostro con él.

Después de limpiarse se sentó más erguido y posó su mochila sobre su regazo.  Le tendió  de vuelta la bolsa, Tom la tomó de vuelta y la metió a su mochila.

Tom estaba nervioso, eso era incómodo hasta para la persona más social, mucho más para él quien no tenía muchos amigos, solo unos cuantos que no le juzgaban por su apariencia.  

Por como lucía fuera de la parada, permanecería allí algo de tiempo. La lluvia seguía cayendo sin cesar y el granizo igual.
Volteó y le vio, el chico estaba  ahora sentado viendo el piso, con la vista perdida pero con el mismo deje de tristeza y la espalda ligeramente encorvada. Al igual que su estado de ánimo, completamente vencido.

—Bueno… — Tom volteó, se aclaró la garganta captando así la atención de su acompañante —Yo soy… soy Tom. — dijo sonriendo y mirándole.

—Mucho gusto, soy  Bill. — le extendió la mano y ambos la estrecharon

Ambos rieron y se soltaron de las manos. Era realmente incómodo, y ya no había mucho de qué hablar. Pero Tom se sentía satisfecho de al menos haber logrado que ya no llorase más. Ahora faltaba solamente esperar a que la lluvia se calmara y que el autobús que lo llevara a casa pasara de nuevo.

—Y… ¿estás en la Uni? — dijo  Bill señalando en dirección en donde estaba el grupo de edificios.

—Sí.

—Genial— dijo  rodando los ojos —, ahora todo el mundo se enterará. Bueno, al menos más de los que ya saben.

—Oye, ¿qué te pasa? ¿Crees que soy un boca suelta?

—Bueno, yo… no quise decir eso. Pero supongo que luego le contarás a alguno de tus amigos,  me señalarás y se terminará sabiendo que yo estaba aquí llorando.

 —Aunque no me conozcas  y no tengas confianza en mí, ten por seguro que no le diré nada a nadie.

— ¿En serio? — A Bill se le iluminaron los ojos — Es que en verdad me apena mucho y no quiero que nadie más se entere, ya bastante tuve hoy con lo que sucedió.

—Vale, prometo no decir nada.  — dijo Tom poniendo su mano derecha sobre el lugar donde estaba su corazón por encima de su pecho. La bajó y se quedó pensativo — ¿Y que fue exactamente lo que te hizo el tío ese?

Bill le miró, como agradeciéndole. El estarlo hablando le estaba ayudando mucho, más que Bill no tenía muchos amigos. Su novio era un patán posesivo que hacía lo que le viniera en gana, pero cuando se trataba de él, le espantaba amigos y amigas, si no es que se los follaba antes.

—Mi novio va en otro salón y pues… fui a buscarlo, tenía una hora libre, ya sabes,  quise sorprenderlo, pero el sorprendido fui yo,  cuando llegué estaba besando a otra persona. Fue fatal — dijo con pesadez mirando un punto en la nada. Rememorando todo en su mente. Los ojos comenzaban a aguarse de nueva cuenta, y su vos sonaba quebrada, pero para la buena suerte de Tom, no volvió a llorar de la misma forma — lo peor de todo fue que me vio y siguió haciendo lo suyo, importándole un bledo que yo le estuviese viendo.

—Qué tipo tan asqueroso y cínico.

—Lo sé. Soy un  verdadero imbécil.

—No es que lo seas, él si lo es.

—lo sé.

—Si en verdad te quiere no debería hacer eso… además,  ¿dijiste…  lo volvió a hacer o fue mi imaginación?

Bill negó, le costaba tanto admitir que su novio simplemente no cambiaría y después de aceptar aquella primera infidelidad, vinieron muchas más, mientras que él siempre le perdonaba.

—No fue imaginación tuya, él  ya lo había hecho antes.

— ¿Y sigues con él a pesar de eso?

—Es que yo le quiero, además no es fácil encontrar alguien que le quiera a uno también.

—bueno, él no está demostrando quererte, tu tampoco deberías hacerlo. — Bill comenzó a mirarle feo — Calma tío, no quise decir eso, pero, deberías tratar al menos de ver  que él se sienta mal por lo que te ha hecho, nadie merece que le traicionen.

— ¿Lo crees?

—Claro. La traición es solo actitudes de gente insegura, en este caso él se ha de sentir tan poca cosa que necesita hacer eso para engrandecer su ego.

—No lo creo, él no es inseguro.

—Pero algo en el fondo ha de haber. Si tiene a alguien consigo, para que buscar lo que ya tiene.

—No lo sé, nunca se lo he preguntado.

—Y no necesitas hacerlo. Eso es como algo lógico, tu estas bien con alguien y si esa persona está bien contigo es reciproco. Si no, se manda todo a la mierda y te buscas alguien más, ten por seguro que siempre hay un roto par aun descocido.

—Eres gracioso. — dijo sutilmente riendo.

— ¿Lo soy?

—Mucho.

Ambos se miraron y sonrieron.

—Solo espero que no le digas a tu novio nada de lo que te estoy diciendo.

—No, como crees, se lo tomaría a mal y luego te golpearía.

— ¿Golpearme? — dijo Tom con cara de sorprendido y los ojos como platos.

—Sí, él es un poco… violento, es muy posesivo, de hecho si nos viera hablando vendría a ver de qué y estaría acosando con la mirada, ya le conozco. — soltó Bill con reproche.

—Bueno, él no debería exigir tanto si no da lo mismo.

—Eres una buena persona. Anie siempre me dice lo mismo.

— ¿Es amiga tuya?

—Sí, creo…  bueno,  lo era.

— ¿Ya no lo es?

—No, supongo que terminó hartándose y se dio por vencida.

— ¿Por… culpa de él también? — dijo Tom deduciéndolo.

—Ella siempre me estaba diciendo cuanto coraje le daba el ver cómo me utilizaba según ella, pero yo sé que él me quiere. Los fines de semana viene  a casa, me lleva a cenar de vez en cuando y cuando me besa, me dice que me quiere mirándome a los ojos. Si no fuese verdad no podría sostenerme la mirada.

Tom deseó darle un golpe en la cabeza ¿Cómo podía ser tan iluso? ¿Cómo podía creerle a tal grado solo por sostenerle la mirada? Al menos, él lograba sostener la mirada a pesar de estar mintiendo, incluso a su padre.

—la verdad es que no debería creer en él solamente porque te sostiene la mirada, las cosas se demuestran con hechos, yo puedo mentir mirando a los ojos. Ahora  mismo te podría decir que el cielo es de color verde  sin si quiera parpadear y no por eso será cierto.

—Pero no creo que él jugara con algo tan importante como el querer.

— ¡Vamos!,  eres un chico también. Los hombres podemos mentir sin tocarnos el corazón.

—Yo no.

—Tú eres tú y él es él, no son iguales, y por lo visto creo que son demasiado diferentes. Así que no trates de pensar que él reaccionará como tú lo haces.

—y de nuevo, Anie. ¿La conoces?

— ¿Anie? — Tom hizo una mueca — la verdad no me suena, creo que no conozco ninguna Anie.

—Igual y te caería bien.

Los minutos se había detenido para Tom, quien no sintió pasar el tiempo, incluso, ya había parado de llover, pero ahora se sentía bien al ver su buen resultado. El chico ya no lloraba y podía hablar del tema con completa tranquilidad.

—Seguro, si piensa como yo, ha de ser una chica lista.

—Jajaja. Dice lo mismo. ¿Seguro no será tu hermana?

—No, no tengo hermanas.

—Vale. — respondió Bill, y de pronto se hizo el silencio. Ambos se miraban y evadían al mismo tiempo su vista. Era extraño pero ya no más  incómodo, ya había quedado atrás ese momento.

— ¿Y vives lejos? — preguntó Tom.

—No mucho, tomo el autobús y me deja cerca. ¿tu si vives cerca?

—Tampoco, también tomo el autobús, bueno, creo que lo viste.

—Es verdad, lo había olvidado.

 Y de nuevo el silencio.  Era algo desesperante.

—Ya dejó de llover. — dijo Tom no muy convencido de dejarle. Pero tenía que irse tarde o temprano.

—Sí. — Bill le miró y sonrió — Gracias por haber venido. Todos pasaban y solo mejor se iban para no tener que ver lo dramático que me miraba llorando aquí.

—Tampoco ha sido mucho, así que no agradezcas. Además ya te había dicho, no es que yo haya venido a voluntad propia, fue solo una coincidencia, quería bañarme bajo la lluvia.

De nuevo sonrió.

—Ahora sí creo que me voy a ir a casa. — emitió Tom.

—Bueno, nos vemos. A lo mejor y alguna vez nos encontramos en los pasillos, solo… no le digas a  nadie que me viste.

—Vale, lo haré, ni una palabra. Es más, yo ni te conozco. — Tom extendió la mano a modo de trato y el chico la  tomó.

No se conocían y tal vez no se volvería a ver.






*** 


Y qué les ha parecido el capítulo?? Se aceptan comentarios :D

wibiya